A pesar de que este día de compras tan esperado no llegará hasta el último viernes del mes de noviembre, el entorno logístico ya ha puesto en marcha los engranajes que hacen falta para que el Black Friday y Cyber Monday tengan el mayor éxito posible.
Son muchos los preparativos previos que se requieren para enfrentar esta época de compras desenfrenadas (incremento de la flota de vehículos, aumento de la plantilla para dar cobertura al pico de demanda, cambio en la optimización de rutas establecidas y un largo etcétera).
A todo esto hay que sumarle la gestión de las numerosas devoluciones que llegan después. Según un estudio de EAE Business School, los españoles devolvemos el 50% de las compras online realizadas durante el Black Friday, lo que nos sitúa en el cuarto puesto de Europa con mayores devoluciones realizadas. La logística inversa se ha convertido en un escalón insalvable para el canal de distribución, desde tiendas de ecommerce, hasta operadores logísticos, pasando por la distribución urbana.
Black Friday: las devoluciones tienen coste económico y medioambiental
Las devoluciones de productos tienen un coste elevado. Por un lado está el coste económico, ante el aumento de éste muchas empresas ya han generado una base de datos de clientes “propensos” a las devoluciones, que quedan incluidos en una “lista negra” que les cobraría gastos de devolución en caso de querer realizarla. Otro ejemplo es el cobro de todas las devoluciones indiscriminadamente como hizo la japonesa Uniqlo o la española ZARA en ciertos países. De hecho el 49% de las compañías de la moda ya cobra a sus consumidores, mientras que el 27% contempla realizar este movimiento (Modaes, 2022).
Más allá del coste económico, las devoluciones tienen también un coste medioambiental que el cliente no suele tener en cuenta. Hace que se dupliquen los trayectos derivados de las compras online (ya elevados de por sí) y por consiguiente que aumente la emisión de CO2.
El ecommerce se ha convertido en la normalidad de los procesos de compra, pero hay que tener en cuenta que su proceso es mucho más complejo que la compra tradicional y conlleva muchos pasos que el consumidor final ni siquiera intuye.